lunes, 29 de abril de 2013

Camino de Casablanca


El Um er Rabia a su paso por Azemmur
 Azemmur.- En la desembocadura del Um er Rabia (cuya traducción es madre de la primavera) se levanta esta agradable ciudad de origen ¡cómo nó! portugués. Asomados al puente que cruza el río se tiene una vista majestuosa de las murallas que parecen perderse en el mar y de las numerosas embarcaciones de pescadores que, reflejándose en las tranquilas aguas del rio, forman una imagen de postal. No paramos mucho en Azemmur. Es aún media mañana cuando tomamos camino hacia el Marruecos más desarrollado y europeo, ese Marruecos cuya capital es Casablanca.
 
Desde Azemmur, una carretera sin demasiado tráfico bordea la costa y nos acerca a la vieja ciudad/estado de Anfa.


De Anfa a Dar el Beida.- La ciudad de Anfa, de origen bereber, se enfrentó con éxito a la colonización islámica, resistiendo y manteniendo su independencia hasta la llegada de los almorávides en el siglo XI. Su resistencia le costó ser tomada a sangre y fuego. Una vez reconstruida, en tiempo de los meriníes, su puerto desarrolló una gran actividad comercial negociando con cereales y cueros. Un siglo más tarde, de nuevo independiente, se dedica al lucrativo negocio corsario llegando sus navíos hasta Lisboa. Pero la venganza de los portugueses no se hizo esperar y la ciudad fue destruida de nuevo en 1468. Hoy, Anfa no es más que el barrio moderno y financiero de la populosa Casablanca.

En 1468, los portugueses entraron en Anfa con tal ímpetu que en un día la robaron y saquearon totalmente, quemando las casas y demoliendo en diversos puntos las murallas. Anfa ha permanecido hasta el momento deshabitada. Cuando fui allí, no pude contener mis lágrimas, porque la mayor parte de las casas, tiendas y templos todavía estaban en pié y sus ruinas ofrecían a la vista un espectáculo verdaderamente digno de compasión. 
                                   León el Africano, Descripción de África
 
Pasado Anfa, la moderna mezquita de Hassan II eleva su cuadrado minarete hacia un cielo gris que amenaza lluvia. Con su gran tamaño, con su gran alminar de casi 200 metros de alto y con su coste de cincuenta mil millones de pesetas, la mezquita de Asan es todo un símbolo de un Marruecos moderno y próspero. Pero esta gran mezquita, tal vez sólo es grande en cuanto a dimensiones, porque méritos artísticos no parece albergarlos en demasía.

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