viernes, 2 de marzo de 2012

La portuguesa Mazagán ( El Jadida )

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La famosa cisterna de Mazagán

El recorrido desde Essauira a Safi es cómodo y por buena carretera. Sin embargo, cuando llegamos a esta ciudad es ya media tarde por lo que poretendemos quedarnos a dormir en su camping. Entre la no muy buena señalización y las indicaciones de algunos transeúntes, llegamos a lo alto de un montículo solitario donde parece estar el camping. Entramos. No se ve a nadie. Ni una sola tienda o vehículo, ni señales de vida. Nos miramos un momento, y decidimos que aquello más parece un terreno abandonado que otra cosa. Así que, sin visitar la ciudad, seguimos nuestro camino hacia el Norte.

La carretera costera, buena y poco transitada, cruza, sobre promontorios cubiertos de arganes, bellos paisajes marinos. Pasamos el cabo Beduza y nos acercamos a Ualidia, famosa por sus ostras. Una barra costera deja aisladas unas marismas sobre las que se reflejan los últimos rayos de sol poniente. La ostricultura alcanza aquí un desarrollo importante, haciendo de Ualidia un centro tan famoso como Arcachon, en Francia.

Pasamos el puerto fosfatero de Jorf Lasfar, y llegamos a la antigua Mazagán. Es noche cerrada. Buscamos el camping, que está al Sur de la ciudad, y nos preparamos para pasar la noche.


La portuguesa Mazagán.

A través de la vieja ciudadela portuguesa, llegamos al antiguo puerto, donde una puerta enrejada atraviesa la muralla y comunica con el mar. El acceso a las murallas es difícil, pero desde allí se tiene una bonita vista sobre la medina. A lo lejos, hacia el oriente, se distingue un extraño alminar casi redondo cuyo origen parece claro: un viejo faro portugués. Luego bajamos a la medina y recorremos sus calles bien trazadas. Sus casas, en piedra, tienen puertas en arco de medio punto y adornos renacentistas, y sus ventanas están pintadas en un azul intenso.
Pero lo más interesante de la vieja ciudad de Mazapán está en su cisterna. Es ésta una vieja cripta que, con posterioridad, fue utilizada como aljibe. Su localización fue olvidada y no se redescubrió hasta muy recientemente cuando un comerciante, intentando incrementar el espacio de su tienda, excavó y se encontró con el gran depósito. Hoy, las rechonchas columnas góticas se reflejan sobre el suelo mojado dando una imagen de romántica belleza que fotógrafos y cineastas utilizan con profusión (Aquí se rodaron planos para películas como Otelo o como Haren).

Terminada la visita a la cisterna, nos encontramos a Said, un joven tendero que no tarda en llevarnos a su tienda. Allí nos invita a un ardiente té con menta y nos habla de sus estancias en España, lo que no nos creemos del todo, aunque, ciertamente, demuestra tener un cierto conocimiento de nuestro país. Le compramos un par de cosas y le agradecemos la invitación. Luego, con nuevos bríos, continuamos nuestro viaje.

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